http://dx.doi.org/10.24016/2021.v7.228
ARTÍCULO ORIGINAL
Psychological
resources as predictors of emotional and behavioral issues in young University
students
María
Elena Rivera Heredia1, Irma María Niebla Guzmán2, y Xolyanetzin
Montero Pardo2*
1 Facultad de Psicología, Universidad
Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Michoacán, México.
2 Unidad Académica de Psicología Mazatlán,
Universidad Autónoma de Sinaloa, Sinaloa, México.
*
Correspondencia: Dra. Xolyanetzin Montero Pardo. Universidad Autónoma
de Sinaloa. Escuela de Psicología. Av. San Miguel & Av. Eje 2A, Fracc.
Pradera Dorada, Mazatlán, Sinaloa, México. xolyanetzin.montero@uas.edu.mx
Recibido: 25 de mayo de 2021 | Revisado:
19 de octubre de 2021 | Aceptado: 12
de noviembre de 2021 | Publicado Online:
15 de noviembre de 2021.
Rivera Heredia, M.E., Niebla Guzmán, I.,
& Montero Pardo, X. (2021). Recursos psicológicos como predictores de
problemas emocionales y conductuales en jóvenes universitarios. Interacciones, 7,
e228. http://dx.doi.org/10.24016/2021.v7.228
RESUMEN
Introducción:
la prevención de conductas problema en los estudiantes universitarios requiere
la identificación de sus causas y los factores de protección. Objetivo:
identificar los recursos psicológicos que predicen los problemas emocionales y
conductuales en jóvenes. Método: se utilizaron cuatro instrumentos para
evaluar a una muestra no probabilística de 320 estudiantes universitarios:
escala de problemas emocionales y conductuales, de relaciones intrafamiliares,
de recursos psicológicos afectivos y sociales. Participaron 146 hombres y 173
mujeres con un rango de edad de 18 a 24 años, con una media de 20.04 años y una
desviación estándar 1.62. Resultados: Los principales hallazgos muestran
correlaciones estadísticamente significativas con dirección negativa entre las
conductas problema y los recursos afectivos, sociales y familiares. Respecto a
las diferencias dependiendo del sexo de los participantes las mujeres
presentaron mayores medias en depresión y problemas somáticos, mientras que los
hombres en consumo de alcohol y de tabaco. Los resultados de las regresiones
paso a paso indicaron que la depresión fue la conducta problema con mayor
porcentaje de varianza explicada (47%), predicha mediante las dificultades en
el manejo de la tristeza, el autocontrol en el manejo del enojo, la expresión
de emociones y las dificultades en el manejo del enojo. Conclusión: es
fundamental fortalecer los recursos psicológicos e incluirlos en el diseño de
programas de intervención universal y selectiva para promover el desarrollo
positivo y la prevención de problemas emocionales y conductuales en estudiantes
universitarios.
Palabras clave: Recursos psicológicos, problemas emocionales y
conductuales, relaciones intrafamiliares, jóvenes universitarios.
ABSTRACT
Keywords: Psychological resources, emotional and behavioral
issues, intra-family relationships, university students.
INTRODUCCIÓN
Los trastornos mentales, se caracterizan por una combinación de
alteraciones del pensamiento, la percepción, las emociones, la conducta y las
relaciones con los demás (Organización Mundial de la Salud, 2021). La
depresión es un trastorno mental frecuente y una de las principales causas de
discapacidad en todo el mundo, por lo que afecta a más de 264 millones de
personas, con mayor prevalencia en las mujeres que en los hombres (Organización
Mundial de la Salud, 2019).
La frecuencia de los trastornos mentales continúa aumentando en
todo el mundo y esto ha causado afectaciones considerables en la salud, graves
consecuencias a nivel socioeconómico y un impacto en los derechos humanos. La
respuesta a la prevalencia de trastornos mentales de los sistemas de salud ha
sido insuficiente, pues en los países de ingresos bajos y medios alrededor del
76% y el 85% de las personas que presentan trastornos mentales graves no
reciben tratamiento, mientras que en los países con ingresos altos del 35% al
50% de la población afectada no recibe un tratamiento adecuado (Organización
Mundial de la Salud, 2019).
De acuerdo con Benjet et al. (2009), el
24.7% de los jóvenes se encuentran afectados por uno o más problemas de salud
mental; los que se presentaron en edades de inicio más tempranas fueron los
trastornos de ansiedad, seguidos por los de impulsividad y trastornos del
estado de ánimo y en edades más tardías se presentaron con mayor frecuencia los
trastornos por abuso de sustancias.
Los
jóvenes se consideran un sector social que muestra mayor probabilidad de
manifestar conductas de alto riesgo, por los cambios que viven en el ciclo
vital, el costo emocional, económico y social que generan las dificultades para
el ingreso y permanencia en la vida universitaria, así como el periodo crítico
para la adquisición y mantenimiento de patrones de comportamientos saludables,
el logro de la identidad, la autonomía y el éxito personal, dichas demandas
pudieran experimentarse como estresantes, puesto que requieren que asuman
patrones de respuesta eficaces para adaptarse (Eckberg
et al., 2017; Andrade & Betancourt, 2008; Díaz-Cárdenas et al., 2017;
Morales & Rivera, 2012).
En
este sentido, el interés por la detección de problemas emocionales y del
comportamiento en la población infanto-juvenil se ha incrementado en las
últimas dos décadas, con el fin de identificar los posibles marcadores de
riesgo, factores de protección y estrategias de intervención temprana
(Fonseca-Pedrero et al., 2013; Ortuño-Sierra et al., 2015).
En cuanto a la evidencia sobre los factores que se asocian a la
presencia de problemas emocionales y de conducta, la literatura indica que
estos se pueden agrupar en individuales, sociales y familiares (Andrade &
Betancourt, 2008). Específicamente, la depresión se ha asociado a problemas
familiares (Arrieta-Vergara et al., 2013; Arrieta-Vergara et al., 2014; Eckberg
et al., 2017; Hermosillo de la Torre et
al., 2015; Mastrotheodoros
et al. 2020; Zhang & Wang, 2020).
Diversos
estudios han reportado que las mujeres presentan puntajes más altos en
problemas emocionales o internalizantes, respecto a
las dimensiones de depresión (Gallegos-Santos et al., 2018; Hermosillo de la
Torre et al., 2020; Jiménez
et al., 2015) problemas somáticos y lesiones autoinfligidas en comparación con
los hombres, mientras que estos últimos reportan más problemas de conducta,
relacionadas con el uso de sustancias, conductas desafiantes, impulsividad y
agresividad (Alarcón & Bárrig, 2015; Baeza et
al., 2011; Navor et al., 2017; Zavala & López,
2012).
Sin
embargo, los resultados no son concluyentes, pues en esta misma línea autores
como Mayorga et al. (2016), Betancourt & Andrade (2011) encontraron que no
hay diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres
respecto a los problemas conductuales, así mismo, se reporta en los últimos
años que este tipo de conductas empiezan a ser más comunes entre las mujeres.
Por
lo descrito, ocurre que ante la presencia de problemas emocionales y
conductuales es relevante que los jóvenes desarrollen factores de protección
denominados recursos psicológicos, estos son propiedades que se poseen y que
pueden fortalecerse o intercambiarse; dependen de cada persona y del contexto
en el que se encuentre el individuo (Rivera-Heredia & Andrade, 2006). Los
recursos psicológicos en específico son mediadores entre los estresores
psicosociales y su evaluación cognitiva, cuya resultante es una respuesta de afrontamiento
ante el estrés con diferentes grados de adaptación y efectividad. A mayor
cantidad de recursos, mejor manejo del estrés y afrontamiento, considerándose
como un factor protector o apoyo de salud mental y calidad de vida. Tienen sus
antecedentes en la teoría de los recursos de Hobfoll
(1989), esta reconoce la existencia de distintos tipos de recursos que pueden
incluir objetos materiales, situaciones de vida o características de los
individuos, por lo que los recursos son elementos tangibles o intangibles que
utilizan las personas ante una situación estresante (Rivera-Heredia &
Pérez-Padilla, 2012).
Los
recursos psicológicos pueden clasificarse como afectivos, cognitivos,
instrumentales, materiales, familiares y sociales (Rivera-Heredia &
Andrade, 2006; Rivera-Heredia et al., 2006; Rivera-Heredia & Pérez Padilla,
2012). A continuación, se describen los que serán abordados en este estudio.
Los
recursos afectivos tienen que ver con el manejo que hacen las personas de sus
emociones, específicamente del autocontrol que es la capacidad de modular la
expresión de emociones para contener los impulsos; manejo de la tristeza, las
reacciones de la persona ante sus sentimientos asociados con las pérdidas, así
como respecto a sus sentimientos de soledad, añoranza o nostalgia y manejo del
enojo, la forma en la que la persona manifiesta emociones de frustración,
inconformidad o desagrado; para así lograr la recuperación del equilibrio, que
es la capacidad de los individuos de regresar a un estado de tranquilidad
después de haber perdido el control, ya sea por emociones de tristeza, enojo o
de exaltación.
Los
recursos sociales, que se refieren a la percepción que tienen los individuos de
que cuentan con personas de confianza en quien apoyarse; específicamente, la
red de apoyo que se refiere a la posibilidad de contar en el medio circundante
con personas de confianza en quienes se pueda buscar refugio o consuelo cuando
se enfrentan a situaciones problemáticas y la incapacidad para buscar apoyo que
es la dificultad para solicitar ayuda a las personas de confianza que se
encuentran alrededor.
Los
recursos familiares, los cuales tienen que ver con las relaciones
intrafamiliares y el estilo de la familia para afrontar problemas y permitir la
expresión de las emociones, así como con la percepción de unión y apoyo y la
adaptabilidad al cambio. Si los recursos son suficientes, los individuos se
considerarán capaces de resolver la situación estresante fácilmente. Si éstos
son escasos, o si se han visto deteriorados, entonces, la percepción de dicha
situación podrá verse como crítica.
La
sintomatología depresiva está asociada con dificultades con los recursos
afectivos en el manejo de la tristeza y el enojo, en los recursos sociales
tales como la incapacidad de buscar apoyo y con dificultades con la red social
(Hermosillo de la Torre et al., 2015; Hermosillo de la
Torre & Rivera-Heredia, 2019; Rivera-Heredia et al., 2013; Rivera-Heredia
& Andrade, 2006).
Otros
estudios han asociado la presencia de dificultades con la regulación emocional,
con trastornos de ansiedad, de depresión y límite de personalidad, así mismo
con lesiones autoinfligidas y conducta agresiva (Mestre et al., 2012; Klonsky, 2012; Ruiz & Carranza, 2018).
March-Llanes
et al. (2017), Mastrotheodoros et al. (2020) y Canário
et al. (2020) reportaron que los participantes que no percibían un apoyo social
consistente por parte de su entorno, como de su familia, tendían a mostrar
conductas antisociales, en comparación de un grupo de jóvenes que percibían
mayores niveles de apoyo.
En
esta misma línea, Morales & Rivera (2012), encontraron que los jóvenes
tenían dificultades en la forma de manejar los problemas y mantener los canales
abiertos de comunicación, así como dificultad en el autocontrol y manejo de
afectos, en lo que respecta a los recursos familiares porque los recursos
proporcionados por parte de la familia de origen a los jóvenes les son
insuficientes, pues se presentan bajos niveles de apoyo y altos niveles de
dificultades. Esto se ha confirmado en diversos estudios que han encontrado que
la comunicación familiar influye en la aparición de problemas de conducta en
adolescentes y jóvenes (Milburn et al., 2019; Molleda et al., 2017; Stone et al., 2020).
En
este sentido Ruiz & Carranza (2018) encontraron diferencias de género en
habilidades sociales, donde las mujeres presentaron puntuaciones más altas en
empatía, y una correlación directa entre el clima familiar y el desarrollo
emocional.
Son
pocas investigaciones que retoman el estudio de los recursos individuales,
familiares y sociales en torno a las conductas problema en población de jóvenes
universitarios, ya que la mayoría se ha centrado con mujeres, adolescentes y
migrantes, en este sentido, es importante evaluar a esta población en el marco
de la prevención, ya que tal y como lo mencionan Ortuño-Sierra et al. (2015) y
Timmons & Margolin (2015) la identificación
precoz y el tratamiento de jóvenes de alto riesgo, podría retrasar o incluso
prevenir la aparición del cuadro clínico y trastornos mentales severos, así
mismo, el fortalecimiento de los recursos representan un factor protector en el
joven a nivel psicosocial.
Por
ello, en el presente estudio se analizó la asociación entre los recursos
afectivos, sociales y familiares con los problemas emocionales y conductuales
en los jóvenes universitarios, contrastando las diferencias entre hombres y
mujeres, para evaluar en qué medida los recursos explican la varianza de las
conductas problema.
MÉTODO
Participantes
Se seleccionó una muestra no
probabilística de tipo intencional de 320 estudiantes de una universidad
pública de la ciudad de Morelia, Michoacán, en México. El 46% (146) fueron
hombres y el 54% (173) mujeres, con un rango de edad de 18 a 24 años, con una
media de 20.3 años y una desviación estándar de 9 meses.
Instrumentos
Se utilizó la Escala de problemas
emocionales y conductuales (Andrade et al., 2010) que consta de 38 reactivos
con respuesta tipo Likert con cuatro opciones que van de nunca a siempre.
Evalúa siete dimensiones que son depresión (α = .88); problemas somáticos (α =
.83); problemas de pensamiento (α = .83); lesiones autoinfligidas (α = .73),
conducta agresiva (α = .85); consumo de alcohol y tabaco (α = .71) y
rompimiento de reglas (α =.86).
Para evaluar los recursos afectivos se
utilizó la escala de Recursos Afectivos de Rivera-Heredia et al. (2006) y
Rivera-Heredia & Pérez-Padilla (2012), la componen 18 reactivos con
respuesta tipo Likert con cuatro opciones que van de casi siempre, algunas
veces, rara vez y casi nunca, pero, para fines de este estudio se retomaron las
subdimensiones de autocontrol en el manejo del enojo (α = .77), dificultades en
el manejo de la tristeza (α = 75) y dificultades en el manejo del enojo (α =
.67).
La Escala de Recursos Sociales, diseñada
por Rivera-Heredia et al. (2006), por Rivera-Heredia & Pérez Padilla (2012)
cuenta 15 reactivos con respuesta tipo Likert con cuatro opciones que van de
casi siempre a casi nunca y se compone de las dimensiones de 4 dimensiones: red
de apoyo (α = .75) dificultades para pedir ayuda (α = 80) iniciativa para
brindar ayuda (α = .78) y disposición para ayudar (α = .62). Adicionalmente, se
aplicó la Escala para la Evaluación de las Relaciones Intrafamiliares de
Rivera-Heredia & Andrade (2010), esta cuenta con 12 reactivos con respuesta
tipo Likert con cinco opciones que van de totalmente de acuerdo con totalmente
en desacuerdo. Cuenta con tres dimensiones que miden expresión de emociones (α
= .81), unión y apoyo (α = .88) y percepción de dificultades o conflictos (α =
.78).
Procedimiento
La participación de los estudiantes fue
voluntaria, previa lectura de la carta de consentimiento informado, misma que
firmaron, en la que se explicó el objetivo de la investigación y la
confidencialidad con la que se guardaría la información recabada, así como su
derecho a suspender su participación si así lo desearan. La recolección de la
información fue previa a la pandemia de Covid-19. Se solicitó el apoyo de los
directores de 8 diferentes programas de estudio: psicología, contabilidad y
administración, arquitectura, biología, medicina, veterinaria, química e
ingeniería, para facilitar el acceso a las instalaciones, tanto en turno
matutino como vespertino, además del apoyo de los docentes para que un grupo de
estudiantes y egresados de la Facultad de Psicología, previamente entrenados en
el uso de pruebas psicológicas, mismas que fueron de lápiz y papel y auto
aplicables. A cada grupo de estudiantes dentro de su salón de clase se les
explicaron en voz alta las instrucciones y se dio respuesta a cada una de las
preguntas que surgieron durante la aplicación, cuidando de no influir en sus
respuestas.
Análisis
de datos
Para identificar las correlaciones entre
las variables propuestas, se realizó un análisis de correlación bivariado de
Pearson. Así mismo, se realizó una comparación de medias a través de una prueba
t de Student para muestras independientes, para determinar las diferencias en
torno al sexo de los participantes, para medir el tamaño del efecto se utilizó
la prueba d de Cohen (Cohen, 1992; Domínguez-Lara, 2018). Para identificar las
variables que predicen los problemas emocionales y conductuales en los jóvenes
universitarios se realizó un análisis de regresión lineal múltiple por pasos,
teniendo como variable dependiente los problemas emocionales y conductuales y
como predictores los recursos psicológicos afectivos, familiares y sociales.
Previamente se verificaron los supuestos del modelo (linealidad, independencia,
homocedasticidad, normalidad y no colinealidad) tal como lo proponen Vilà-Baños et al. (2019). La información recabada se
capturó y analizó en el paquete estadístico para las ciencias sociales SPSS
versión 21.
Aspectos éticos
Dado
que todos los participantes fueron mayores de 18 años, se les invitó a leer y a
firmar una carta de consentimiento informado. El proyecto fue revisado por la
comisión de ética de la Facultad de Psicología de la Universidad Michoacana. La
información generada por este proyecto se resguardó de manera física y
electrónica.
RESULTADOS
Para determinar la relación entre los problemas emocionales y
conductuales con los recursos psicológicos se realizó un análisis de
correlación de Pearson retomando correlaciones iguales o mayores a .25. En la
tabla 1 se observa que se encontraron correlaciones
estadísticamente significativas con dirección negativa entre las conductas
problema y los recursos afectivos, sociales y familiares, específicamente en depresión con autocontrol en el manejo
del enojo (r=-0.44, p=0.01), dificultades en el manejo de la tristeza (r=-0.60,
p= 0.01), dificultades en el manejo del enojo (r=-0.44, p= 0.01),
unión y apoyo (r=-0.27, p=0.01) y expresión de emociones (r=-0.33,
p=0.01); el rompimiento de reglas con unión y apoyo (r= -0.25, p=0.01)
y expresión de emociones (r=-0.26, p=0.00); la conducta agresiva con las
dificultades en el manejo de la tristeza (r=-0.25, p=0.01) y las
dificultades en el manejo del enojo (r=-0.35, p=0.01); los problemas
somáticos con las dificultades en el manejo de la tristeza (r=-0.39, p=0.00)
al igual que los problemas de pensamiento (r=-0.27, p=0.01) y finalmente
las lesiones autoinfligidas con el autocontrol en el manejo del enojo (r=-.25,
p=0.01), la dificultad en el manejo de la tristeza (r=-0.31, p=0.01)
y la iniciativa para buscar ayuda (r=0.32, p=0.01).
Tabla
1. Correlaciones
entre los problemas emocionales y conductuales con los recursos psicológicos.
Tipos
de recursos psicológicos |
Depresión |
Rompimiento de reglas |
Conducta agresiva |
Problemas somáticos |
Consumo de alcohol y tabaco |
Problemas de pensamiento |
Lesiones autoinfringidas |
Afectivos |
|||||||
Autocontrol
en el manejo del enojo |
-.445** |
-.203** |
-.237** |
-.231** |
-.034 |
-.218** |
-.253** |
Dificultades
en el manejo de la tristeza |
-.607** |
-.206** |
-.251** |
-.392** |
-.075 |
-.279** |
-.314** |
Dificultades
en el manejo del enojo |
-.431** |
-.136* |
-.356** |
-.213** |
-.097 |
-.205** |
-.209** |
Sociales |
|
|
|
|
|
|
|
Iniciativa
para brindar ayuda |
-.133* |
-.068 |
-.116* |
-.043 |
-.131* |
-.127* |
-.326** |
Dificultades
para pedir ayuda |
-.217** |
-.038 |
-.100 |
-.171** |
.005 |
-.169** |
-.175** |
Disposición
para ayudar |
-.063 |
-.054 |
-.024 |
-.026 |
-.107 |
-.040 |
-.214** |
Red de
apoyo |
-.084 |
-.072 |
.012 |
.044 |
.022 |
-.092 |
-.114* |
Familiares |
|||||||
Dificultades
o conflictos |
.201** |
.223** |
.244** |
.142* |
.122* |
.149** |
.207** |
Unión y
apoyo |
-.277** |
-.250** |
-.231** |
-.232** |
-.109 |
-.169** |
-.087 |
Expresión
de emociones |
-.335** |
-.262** |
-.249** |
-.239** |
-.122* |
-.157** |
-.143* |
*correlación
significativa a nivel 0.05, **la correlación significativa a nivel 0.01
En
la tabla 2 se observan las dimensiones donde se encontraron diferencias
estadísticamente significativas, las cuales son depresión, problemas somáticos
y consumo de alcohol y de tabaco, siendo las mujeres las que presentan mayores
puntajes en depresión y problemas somáticos, respecto a los hombres y estos
últimos presentan mayor puntaje en la dimensión de consumo de alcohol y de tabaco.
En los diversos recursos psicológicos se encontraron diferencias
estadísticamente significativas en autocontrol en el manejo del enojo,
dificultades en el manejo de la tristeza, dificultades en el manejo del enojo,
iniciativa para brindar ayuda y red de apoyo, donde los hombres presentan mayor
media en autocontrol en el manejo del enojo, dificultades en el manejo de la
tristeza y dificultades en el manejo del enojo, respecto a las mujeres y estas
en iniciativa para brindar ayuda y red de apoyo. Aunque en todas las
subdimensiones, se encontraron diferencias estadísticamente significativas
entre hombres y mujeres, en la gran mayoría de ellas éstas se encuentran en un
nivel considerado pequeño. A excepción de los problemas somáticos y de la
depresión, en las que el tamaño del efecto se ubica en un nivel mediano
(valores iguales o superiores a .50 y menores a .80, de acuerdo a la propuesta
de Cohen en 1992).
Tabla 2. Diferencias
significativas entre hombres y mujeres en problemas emocionales, conductuales y
recursos psicológicos.
|
M (DE) Hombres |
M (DE) Mujeres |
t |
gl |
Sig. |
d Cohen |
Problemas |
||||||
Depresión |
1.44
(0.49) |
1.72
(0.56) |
-3.39 |
316 |
0.001 |
-0.53 |
Problemas somáticos |
1.61
(0.55) |
1.91
(0.56) |
-4.87 |
311 |
0.001 |
-0.54 |
Consumo de alcohol y tabaco |
1.75
(0.67) |
1.58
(0.55) |
2.36 |
283 |
0.01 |
0.28 |
Recursos |
||||||
Autocontrol en el manejo del enojo |
3.44
(0.51) |
3.22
(0.61) |
3.41 |
317 |
0.001 |
0.39 |
Dificultades en el manejo de la tristeza |
3.03
(0.68) |
2.68
(0.75) |
4.29 |
315 |
0.001 |
0.49 |
Dificultades en el manejo del enojo |
3.24
(0.51) |
3.04
(0.62) |
3.13 |
316 |
0.001 |
0.35 |
Iniciativa para brindar ayuda |
3.63
(0.59) |
3.78
(0.41) |
-2.55 |
317 |
0.01 |
-0.30 |
Red de apoyo |
3.02
(0.72) |
3.32
(0.69) |
-3.72 |
304 |
0.001 |
-0.43 |
Nota: M = media; DE = desviación estándar; gl
= grados de libertad; t = t de studen; p =
probabilidad; d Cohen = tamaño del efecto.
En la Tabla 3 se observa que todas las conductas problema analizadas
contaron con algún porcentaje de varianza explicada a partir de los recursos
psicológicos. Sin embargo, la de mayor porcentaje de explicación fue la
depresión. En la tabla 3 se observa que en el primer paso se encontró
dificultades en el manejo de la tristeza como predictor significativo (F =
190,824, p = 0.01), explicando el 38% de la varianza, en el segundo se
agregó el autocontrol en el manejo del enojo (F = 124,658, p = 0.01)
donde incrementó el valor de la R2 a 0.448, en el tercer paso se adicionó
la expresión familiar (F = 89, 266, p = 0.001) y en el último el manejo
del enojo (F = 69, 300, p = 0.001), en total las cuatro variables
resultaron ser predictoras confiables de la depresión, pues explicaron el 47%
de la varianza.
Tabla 3. Modelos
de predicción de las conductas problema a partir de los recursos psicológicos
afectivos, familiares y sociales de los jóvenes universitarios
Modelos y variables predictoras |
Beta |
Sig. |
Cambio
de la F |
Sig.
del Cambio de la F |
R2
Corregida |
Depresión |
|||||
1. Dificultades en el manejo de la tristeza. |
-0.621 |
0.001 |
190,824 |
0.001 |
0.384 |
2. Dificultades en el manejo de la tristeza y autocontrol en el
manejo del enojo. |
-0.525 |
0.001 |
124,658 |
0.001 |
0.448 |
3. Dificultades en el manejo de la tristeza, autocontrol en el manejo
del enojo y expresión de emociones. |
-0.482 |
0.001 |
89,266 |
0.001 |
0.465 |
4. Dificultades en el manejo de la tristeza, autocontrol en el
manejo del enojo, expresión de emociones y dificultades en el manejo del
enojo. |
-0.455 |
0.001 |
69,300 |
0.000 |
0.472 |
Rompimiento de reglas |
|
|
|
|
|
1. Expresión de emociones. |
-0.253 |
0.001 |
20,764 |
0.001 |
0.061 |
2. Expresión de emociones y autocontrol en el manejo del enojo. |
|||||
Conducta agresiva |
|
|
|
|
|
1. Autocontrol en el manejo del enojo. |
-0.372 |
0.001 |
48,752 |
0.001 |
0.135 |
2. Autocontrol en el manejo del enojo y expresión de emociones. |
-0.330 |
0.001 |
28,663 |
0.001 |
0.154 |
3. Autocontrol en el manejo del enojo, expresión de emociones y
dificultades en el manejo del enojo. |
-0.161 |
0.085 |
21.05 |
0.001 |
0.165 |
Problemas somáticos |
|
|
|
|
|
1. Dificultades en el manejo de la tristeza. |
-0.387 |
0.001 |
53,613 |
0.001 |
0.150 |
2. Dificultades en el manejo de la tristeza, y unión y apoyo. |
-0.35 |
0.001 |
31,237 |
0.001 |
0.171 |
Nota:
Las conductas problema de problemas de pensamiento, consumo de alcohol o drogas
y lesiones autoinfligidas no cubrieron los supuestos básicos del modelo de
linealidad, normalidad y homocedasticidad. Grados de libertad son 305 en todos
los análisis.
DISCUSIÓN
En el presente estudio confluyen el análisis de aspectos
psicológicos que pueden tener repercusiones en el comportamiento de los jóvenes
en el ámbito educativo. Se propuso como objetivo principal predecir las
conductas problema de los jóvenes universitarios a partir de los recursos
psicológicos afectivos, familiares y sociales. Ello permitió identificar que la
depresión fue la conducta que contó con mayor varianza explicada, que alcanzó
el 47.2% el cual es considerado como un tamaño del efecto moderado
(Domínguez-Lara, 2018). En un segundo lugar se encontraron las conductas
agresivas y los problemas somáticos cuyas varianzas explicadas fueron de un
17.1% y 16.5% respectivamente, que corresponden a un tamaño del efecto leve
(Domínguez-Lara, 2018).
La aparición de la depresión es explicada a través de las dificultades en el manejo de la
tristeza, autocontrol en el manejo del enojo, expresión de emociones y
dificultades en el manejo del enojo, siguiendo la tendencia de otros estudios
que reportan diferentes subdimensiones de los recursos afectivos asociadas con
la depresión (Hermosillo de la Torre et
al., 2015; Hermosillo de la Torre & Rivera-Heredia, 2019; Rivera-Heredia et
al., 2013). Llama la atención que las variables del entorno familiar no
aparecieron en la explicación de esta variable dependiente, tal y como se había
encontrado previamente (Rivera-Heredia y Andrade, 2006).
Sin
embargo, las variables familiares sí forman parte de los elementos predictores,
tanto de los problemas somáticos (unión y apoyo), como de las conductas
agresivas y el rompimiento de reglas (expresión de emociones). Llama la
atención cómo el poder comunicar los sentimientos y experiencias que tienen los
integrantes de una familia entre unos y otros puede estar asociado con la
disminución de comportamientos agresivos o de la necesidad de ir “contra
corriente” que se refleja en el rompimiento de reglas. Este resultado coincide
con lo reportado por Milburn et al., (2019), Molleda
et al. (2017) y Stone et al. (2020) quien enfatizan el papel de las
dificultades en la comunicación familiar en la aparición de problemas de
conducta en jóvenes.
Al explorar las diferencias entre hombres y mujeres, se encontró
que son ellas quienes presentan mayores puntajes que los hombres en los
problemas emocionales como depresión y problemas somáticos. Además, son ellos
quienes presentan más problemas conductuales que se reflejan en altos puntajes
respecto al consumo de alcohol y de tabaco, siguiendo la tendencia de otros
estudios (Alarcón & Bárring, 2015; Baeza et al., 2011; Cassells et al.,
2015; Jiménez et al., 2015; Hermosillo de la Torre et al., 2020; Navor
et al., 2017; Zavala & López, 2012;).
En cuanto a los recursos psicológicos, se encontró que las mujeres
reportan mayores dificultades que los hombres en los recursos afectivos,
específicamente en las dimensiones de autocontrol en el manejo del enojo,
dificultades en el manejo del enojo, de la tristeza y son ellos, quienes
presentan menor puntaje en los recursos sociales como iniciativa para brindar
ayuda y red de apoyo.
La
marcada tendencia de los problemas emocionales en las mujeres y los problemas
conductuales en los hombres podría ser explicado en torno a las características
culturales que moldean comportamientos, actitudes y pensamientos, así como
diversas formas de vivenciar los sentimientos y afrontar las dificultades de
acuerdo con el sexo que se posea (Castillo-Mayén & Montes-Berges, 2014). En
México la masculinidad tradicional se encuentra asociada a la fortaleza física
y espiritual, el buen desempeño, la excelencia, la rudeza corporal y gestual,
la agresividad, la eficacia, la competencia y el ejercicio del poder, la
dirección y definición de reglas, la prepotencia, la valentía y la
invulnerabilidad, debido a que los hombres tienen mayores dificultades para
solicitar ayuda, por lo tanto los malestares emocionales, aunados a las
dificultades para solicitar apoyo y la poca expresión emocional pueden estar
encubiertos a través de canalización de éstas a través de conductas
externalizantes encubiertas a partir de conductas de riesgo y comportamientos
adictivos (Aguilar et al., 2013; García-Cortés et al., 2015; Estévez et al.,
2012; Schlauch et al., 2013; Yan-Li et al., 2013).
Mientras
que de las mujeres se espera tengan más tendencias a la expresividad emocional,
afiliación a su pareja, atenciones a su familia y cuidado del hogar, por lo que
se destaca que la salud mental de las mujeres es más vulnerable a ser afectada
por distintos factores sociales aunado a los estereotipos antes mencionados se
ha encontrado que las mujeres presentan en mayor medida problemas emocionales
(Hernández, et al., 2017; Aguilar et al., 2013).
Respecto
al segundo objetivo, los resultados obtenidos muestran correlaciones negativas
entre las conductas problema y los recursos psicológicos. En este sentido se
encontró que la depresión está asociada con dificultades en los recursos
afectivos, pues bajos niveles de autocontrol en el manejo del enojo, como
dificultades con el manejo del enojo y la tristeza contribuyen en el desarrollo
de ésta, así mismo, las dificultades en los recursos familiares, como la baja
percepción de unión apoyo familiar, así como la poca expresión en la familia,
aumenta la sintomatología depresiva. Los resultados coinciden con lo reportado
por Molleda, et al. (2017), Rivera-Heredia et al. (2013), Hermosillo de la Torre et al.
(2015), Hermosillo de la Torre y Rivera-Heredia (2019) y Rivera-Heredia &
Andrade (2006).
Los problemas somáticos y de pensamiento están relacionados con
dificultades con el manejo de la tristeza, lo cual sugiere que los jóvenes que
tienen más problemas con la regulación de las emociones pueden llegar a
reflejarlo de manera corporal, en los estudios realizados por Baeza et al.
(2011) y Ruiz & Carranza (2018), se destaca que algunos factores
relacionados con las dificultades para identificar, describir y distinguir las
emociones contribuyen los trastornos de somatización.
Respecto
a las lesiones autoinfligidas, Gallegos-Santos et al. (2018), Klonsky (2012), así como Mestre et al. (2012) y Ruiz &
Carranza (2018) reportan que los jóvenes que presentaban este tipo de conductas
tenían en común el sentirse abrumados, tristes y frustrados, por lo que esta
práctica era sentirse tranquilos, es decir, tenía una función de regulación
emocional o en muchos casos de autopunición, lo cual
tiene congruencia con los resultados que arrojó este estudio, donde las
lesiones autoinfligidas están asociadas con dificultades en los recursos
afectivos como el autocontrol en el manejo del enojo y las dificultades en el
manejo de la tristeza y en este caso un alto nivel de iniciativa para brindar
ayuda, que corresponde a un recurso social, incide en la decisión de practicar
este tipo de conducta.
En cuanto a los problemas de conducta, se encontró que está
relacionada con dificultades en el manejo del enojo y la tristeza, varios
estudios coinciden con este resultado reportando que factores asociados a las
dificultades emocionales como la inestabilidad, poco reconocimiento y
regulación emocional inciden en la conducta agresiva (Inglés et al., 2014;
Mestre et al., 2012; Yan-Li et al., 2020).
Respecto al consumo de alcohol y de tabaco, diversos autores
mencionan que estas conductas tienen una relación directa con problemas
emocionales, sociales y de comportamiento; es decir, se relacionan con estados
de ánimo de tristeza, con sensaciones de incapacidad, así como, pensamientos
negativos frente a lo que pueda ocurrir consigo mismo y con los demás
(Fergusson et al., 2014; Soloski et al., 2016). Aunado a tener a alguno de sus
padres como modelo de consumo de estas sustancias (Finan et al., 2015; Park & Schepp, 2015). No obstante, en
este estudio se encontró que esta conducta está asociada con déficit en los
recursos familiares como poca percepción de unión y apoyo y expresión; sin
embargo, las correlaciones son muy débiles para considerarlas.
Otros estudios han asociado la presencia de dificultades con la regulación
emocional, con trastornos de ansiedad, de depresión y límite de personalidad,
así mismo con lesiones autoinfligidas y conducta agresiva (Mestre et al., 2012;
Klonsky, 2012; Ruiz & Carranza; 2018; Ryan, MacKillop & Carpenter,
2013).
Respecto al rompimiento de reglas, este estudio encontró que esta
conducta al igual que la del consumo de alcohol están asociadas con la
percepción de unión y apoyo, así como con la expresión en la familia, lo que
coincide con la literatura previa (Cassells et al., 2015; Zhang & Wang,
2020).
Finalmente, las variables que predicen los problemas emocionales y
conductuales son los recursos afectivos, tanto las dificultades en el manejo de
la tristeza, el enojo y el autocontrol en el manejo del enojo, como las
dificultades familiares respecto a bajos niveles de unión, apoyo y expresión
familiar.
Es fundamental enfatizar en el fortalecimiento de los recursos
psicológicos, especialmente en los afectivos y familiares, ya que son las
dimensiones que mayor porcentaje de varianza aportaron para la explicación de
las conductas problemas en este estudio; y tal como lo reportan diversos
estudios previos (Hermosillo de la Torre et al., 2015; Hermosillo de la Torre
& Rivera-Heredia, 2019; Timmons & Margolin, 2015; Yan-Li et al., 2020),
tanto las dificultades en las relaciones familiares, como los déficits
emocionales pueden influir en los problemas de regulación emocional y en la
aparición de un trastorno.
Por otro lado, no se encontró relevancia de los recursos sociales
en la explicación de las conductas problema, como se ha reportado en la
literatura previa, por lo que es necesario continuar explorando esta dimensión
en este tipo población (Hermosillo de la Torre et al., 2015; Hermosillo de la
Torre & Rivera-Heredia, 2019; Rivera-Heredia &
Pérez-Padilla, 2012).
A partir de lo antes descrito, es necesario diseñar programas
psicológicos de prevención e intervención de esta problemática, enfocados al
desarrollo de los recursos emocionales en los jóvenes para que logren comunicar
sus sentimientos a los demás; así como aprender a manejar el estrés ante
diversas situaciones y solicitar ayuda a los otros, para disminuir el riesgo de
aparición de este tipo de problemas y mejorar su calidad de vida, tal como lo
han sugerido diversos autores (Delannays-Hernández et al., 2020; Flouri et al., 2014; Molleda et al., 2017; Zavala & López, 2012).
Respecto a las limitaciones de este estudio, es indispensable
enfatizar que la muestra no fue aleatoria, por lo que los resultados podrían
estar influenciados por el muestreo de tipo intencional ya que el estudio se
desarrolló en una universidad pública con estudiantes de las facultades de
psicología, contabilidad y administración, arquitectura, biología, medicina,
veterinaria, química e ingeniería. Otra limitación se encuentra en que el
diseño es de tipo transversal, que implica tan solo una medición en un momento
dado del tiempo; los resultados encontrados se podrían analizar con mayor
profundidad y se podría dar cuenta con más precisión del fenómeno de estudio si
se pudiera convertir en un estudio longitudinal. Se recomienda a futuro poder
tener mayor precisión en el tamaño de la muestra ideal para poder dar cuenta de
un nivel de potencia alto en el estudio, que además sea adecuado en función del
número de variables que se toman en cuenta en los análisis de regresión lineal.
Por otra parte, en la literatura internacional, el estudio de las
conductas problema se ha centrado en su mayoría en adolescentes, por lo que es
importante continuar estudiando esta variable en jóvenes universitarios para
lograr contrastar con mayor claridad los hallazgos de esta investigación, lo
cual constituye una de las aportaciones de éste.
Por todo lo anterior, se confirma la utilidad de incluir la
perspectiva del fortalecimiento de los recursos psicológicos de tipo
individual, específicamente los afectivos, así como los de tipo familiar y
social, para la prevención de problemas emocionales y de conductas en jóvenes
universitarios, principalmente la depresión y el comportamiento agresivo. Esto
puede ser especialmente útil para los programas universitarios de atención
integral al estudiantado, tutorías, asesorías, así como a los de Universidad
Saludable.
ORCID
María Elena Rivera Heredia:
https://orcid.org/0000-0002-5835-0789
Irma María Niebla Guzmán:
https://orcid.org/0000-0001-7749-6639
Xolyanetzin Montero Pardo:
https://orcid.org/0000-0003-3656-0942
CONTRIBUCIÓN DE LOS AUTORES
María Elena Rivera Heredia: Conceptualización del
estudio, dirección de la Investigación, análisis de los datos,
redacción-revisión y edición de la versión final, administración y
financiamiento del proyecto.
Irma María Niebla Guzmán: Redacción
del borrador original del artículo, análisis de los datos, redacción-revisión y
edición de la versión final
Xolyanetzin Montero Pardo: Redacción
del borrador original del artículo, análisis de los datos, redacción-revisión y
edición de la versión final.
FUENTE DE FINANCIAMIENTO
Este proyecto contó con apoyo de la
Coordinación de Investigación Científica de la Universidad Michoacana de San
Nicolás de Hidalgo (México).
CONFLICTO DE INTERESES
Las autoras expresan que no existieron
conflictos de intereses al recoger los datos, analizar la información ni redactar
el manuscrito.
AGRADECIMIENTOS
Al Consorcio de
Universidades Mexicanas (CUMEX) que mediante las cátedras en Psicología
favoreció el proyecto “Análisis interinstitucional de las necesidades de
atención académica, afectiva y social de los estudiantes universitarios
mexicanos” del que se deriva la presente publicación. También se agradece a las
personas que contribuyeron a la aplicación y captura
de los instrumentos: Montserrat Mendoza, Eneyda Rayo Varona, Montserrat
Ramírez, Zaira Liliana Rendón y Dulce María López. Asi como a Guadalupe
Izquierdo Cázares por la supervisión de la captura y limpieza de la base de
datos.
PROCESO DE REVISIÓN
Este estudio ha sido revisado por pares
externos en modalidad de doble ciego. El editor encargado fue Anthony Copez-Lonzoy. El proceso de
revisión puede encontrarse como material suplementario 1.
DECLARACIÓN DE DISPONIBILIDAD DE
DATOS
La base de datos se adjunta en el artículo como material suplementario 2
disponible desde la plataforma de la revista Interacciones.
DESCARGO DE RESPONSABILIDAD
Los autores son responsables de todas las afirmaciones realizadas en
este artículo.
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