http://dx.doi.org/10.24016/2021.v7.183
ARTÍCULO ORIGINAL
Personas mayores ¿población en riesgo en tiempos de pandemia? Un
estudio cualitativo sobre narrativas de afrontamiento que favorecen la resiliencia
en las personas mayores
Older people at risk in times of pandemic? A qualitative study of coping
narratives that support resilience in older people
Lucía Pérez Sánchez 1 *,
Beatriz Guadalupe Maza Pérez 1, y Guiana Fernández De Lara López 1
1 Unidad
Académica de Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de Nayarit, Tepic Nayarit,
México.
*
Correspondencia: lucia@systemica.com.mx.
Recibido: 13
de octubre de 2020 | Revisado: 29 de
junio de 2021 | Aceptado: 20 de septiembre
de 2021 | Publicado Online: 22 de septiembre
de 2021.
CITARLO COMO:
Pérez
Sánchez, L., Maza Pérez, B., & De Lara López, G. (2021). Personas mayores ¿población en
riesgo en tiempos de pandemia? Un estudio cualitativo sobre narrativas de
afrontamiento que favorecen la resiliencia en las personas mayores. Interacciones, 7, e183. http://dx.doi.org/10.24016/2021.v7.183
RESUMEN
Introducción: La Organización Mundial de la Salud,
menciona que el estrés que el COVID-19 desencadena y el confinamiento están
causando un fuerte impacto psicológico en las sociedades, por la relación que
se hace del binomio: pandemia-muerte. Lo anterior, expone el escenario político
del COVID-19 para el adulto mayor que de nuevo exhibe la imagen del adulto
mayor como un ser frágil, incapaz de pensar y decidir por sí mismo, al que se
debe enclaustrar y aislar. Sin embargo, a pesar de las evidencias empíricas que
muestran a una población vulnerable y en riesgo en el marco de la actual
pandemia, existen otras miradas teóricas que difieren, y enfatizan en las
fortalezas que en esta etapa de vida se manifiestan. Objetivo:
comprender la construcción narrativa y sus procesos resilientes que la
población adulto mayor ha experimentado respecto al COVID-19. Se puso especial
atención al discurso sobre consecuencias psicoemocionales, creencias sociales
alrededor de la vejez, la discriminación, así como las omisiones a los derechos
humanos y dignidad del adulto mayor. Método: diseño cualitativo
descriptivo transversal, etnometodológico, con una
muestra de inclusión continua, correspondiente a 15 participantes, entre 64 y
85 años radicados en México. Resultados: se identificó que los adultos
mayores participantes, cuentan con suficientes recursos psicoemocionales de
afrontamiento, por la eficacia de la regulación entre los sentimientos
experimentados. Sin embargo, aun influye la percepción social de estereotipos y
estigmatización. Conclusiones: Los resultados coinciden con los
postulados de la psicología positiva y la psicogerontología respecto al
desarrollo de capacidades y potencialidades como un continuo proceso, y que en
la edad adulta mayor se hacen presentes, gracias a la acumulación de
experiencias, individuales y colectivas. Lo que subraya la importancia de
incluir otras formas en que se vive y estudia a la vejez y por ende a las
metodologías y propuestas de intervención.
Palabras
clave: COVID-19, adulto mayor, recursos emocionales,
resiliencia, psicología positiva y psicogerontología.
ABSTRACT
Background: The World Health Organization mentions that the
stress that COVID-19 triggers and confinement are causing a strong
psychological impact on societies, due to the relationship made of the binomial
pandemic and death. The above exposes the political scenario of COVID-19 for
the elderly that once again exhibits the image of the elderly as fragile
beings, incapable of thinking and deciding for themselves, who must be
cloistered and isolated. However, despite the empirical evidence that shows a
vulnerable and at-risk population in the context of the current pandemic, other
theoretical views differ and emphasize the strengths that are manifested in
this stage of life. Objective: To
understand the narrative construction and resilient processes that the older
adult population has experienced concerning COVID-19. Special attention was
paid to the discourse on psycho-emotional consequences, social beliefs about
old age, discrimination, as well as the omissions of human rights and dignity
of the elderly. Method: qualitative
descriptive cross-sectional ethnomethodological design, with a continuous
inclusion sample, corresponding to 15 participants, between 64 and 85 years
old, living in Mexico. Results: It
was identified that the participating older adults have sufficient psycho-emotional
coping resources, due to the efficacy of the regulation of the feelings
experienced. However, it is still influenced by the social perception of
stereotypes and stigmatization. Conclusions:
The results coincide with the postulates of positive psychology and psycho-gerontology
regarding the development of capacities and potentialities as a continuous
process, and that in older adulthood they become present, thanks to the
accumulation of experiences, individual and collective. This underlines the
importance of including other ways in which old age is lived and studied, and
therefore in the methodologies and proposals for intervention.
Keywords: COVID-19, aged people, emotional
resources, positive psychology and psycho-gerontology.
INTRODUCCIÓN
La enfermedad por Coronavirus (COVID-19), que inició
cómo un brote de Neumonía en Wuhan, China en diciembre de 2019, es causada por
el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo SARS-CoV-2 y se
transmite por contacto con una persona infectada (Martínez, Torres, y Orozco,
2020).
En la actualidad esta epidemia está presente en todo
el mundo, afectando, en diferente medida, a todos los países. En México, aunque
recientemente se presenta la posibilidad de la reactivación de actividades; la
taza de casos activos, sospechosos y fallecidos es alta. Y, como todas las
epidemias, COVID-19 es percibida, por la mayoría de las personas en todo el
mundo, como una situación amenazante; y sobre la base de este criterio, la
Organización Mundial de la Salud [OMS] menciona que el estrés que el COVID-19
desencadena y el confinamiento están causando un fuerte impacto psicológico en
las sociedades (Torales, O´Higgins, Castaldelli-Maia
y Ventriglio, 2020; Urzúa, Vera-Villarroel, Caqueo-Urízar y Polanco-Carrasco, 2020). Las personas,
contagiadas pueden experimentar temor y la situación de cuarentena puede
desencadenar aburrimiento, soledad e ira (OMS, 2020). Relacionar el virus con
la muerte es un impacto fuerte, por lo que puede surgir un impacto clínico-psicológico
en donde destaque el insomnio, los temores, ansiedad y hasta pánico. Dentro de
los grupos más vulnerables a este riesgo está el de niños con hogares en donde
existen problemas de convivencia familiar y los adultos mayores entre otros
(Lorenzo, Díaz y Saldívar, 2020).
En este sentido, se Wisner
(2004) y Hernández, Montaño y Zavaleta, (2016) define vulnerabilidad como las
características de una persona o grupo y su situación que influencian su
capacidad de anticipar, lidiar, resistir y recuperarse del impacto de una
amenaza. Por su parte, Cardona (2001) también este concepto hace referencia a
los factores que originan o propician la vulnerabilidad: la fragilidad física o
exposición (situaciones que ponen en riesgo el asentamiento humano o por estar
en áreas de afectación por fenómenos peligrosos), fragilidad social
(predisposición que surge como resultado al nivel de marginalidad y segregación
social de grupos de personas en desventaja), y falta de resiliencia
(deficiencia o incapacidad de respuesta para afrontar situaciones de
difíciles).
Uno de los factores de riesgo, identificado en un
estudio que incluyó a 191 pacientes con COVID-19 confirmados por laboratorio en
dos hospitales de China, es la edad avanzada, lo cual probablemente se asocia
con el debilitamiento del sistema inmune, (Martínez et al, 2020). El Centro
para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de
los Estados Unidos indica que en las personas mayores se observa más
probabilidades de tener una enfermedad grave por COVID-19. En Chile, los datos
oficiales al 16 de marzo de 2020 indican que el 7,2% de los casos de COVID-19
correspondió a personas de 60 años y más, mientras que, en México, hasta el 17
de marzo de 2020, la mediana de edad de las personas contagiadas fue de 44
años, (Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL], 2020, p. 8).
Un estudio italiano que recogía los primeros casos conocidos en dicho país
encontró que la mortalidad se incrementaba de forma considerable entre los
pacientes de setenta años y más, y casi se triplicaba entre los de ochenta años
y más.
El informe de la Organización Mundial de la Salud
[OMS] del 28 de febrero de 2020, realizado a partir de 55.924 casos confirmados
en China, mostró una tasa de mortalidad del 14, 8% de los pacientes mayores de
80 años y del 8% de los pacientes de 70 a 79 años, frente a tasas inferiores al
0,5% en los menores de 50 años (Bonanad, et.al., 2020). Entonces, ante la llegada del COVID-19, la
población de adultos mayores se colocó entre una de las poblaciones con mayor
riesgo de contagio y mortalidad. Los Geriatras están conscientes de que uno de
los factores que coloca a los adultos mayores en un alto nivel de riesgo es la
comorbilidad, la alta prevalencia de demencia y síndromes geriátricos, mayor
prevalencia de fragilidad y vulnerabilidad a eventos adversos y discapacidad y
dependencia (Tarazona-Santabalbina, Martínez-Velilla,
Vidán y García-Navarro, 2020).
El escenario político del COVID-19 para el adulto
mayor es que de nuevo sea tratado como “viejo”, como un ser en riesgo y al que
se le indica resguardarse sin dar oportunidad de argumento. De nuevo se plantea
la imagen del adulto mayor como un ser frágil incapaz de pensar y decidir por
sí mismo y al que se debe enclaustrar y aislar. Y una vez recluidos, sus
proyectos de vida se transforman en miedo a la muerte, en esperar la muerte y
en escuchar el discurso repetido de que pertenecen a un grupo frágil y en
peligro.
Sin embargo, la OMS (2020) insiste en que hay que
garantizar que las personas mayores sean protegidas de COVID-19 sin estar
aisladas, estigmatizadas, dejadas en una situación de mayor vulnerabilidad o
sin poder acceder a las disposiciones básicas y a la atención social. Este
consejo cubre el tema de recibir visitantes, planificar suministros de
medicamentos y alimentos, salir de forma segura en público y mantenerse
conectado con otros a través de llamadas telefónicas u otros medios. Es
esencial que las personas mayores reciban el apoyo de sus comunidades durante
el brote de COVID-19(CEPAL, 2020, p. 9).
A través del tiempo el significado que se le ha dado
a la vejez generalmente ha sido matizado de aspectos negativos, etiquetando a
esta etapa de la vida como un período carente de producción, de vitalidad, de
oportunidades, de recursos, de tiempo, entre otros aspectos. Históricamente
hemos visualizado a la vejez como un período irreversible y desfavorable en el
que el organismo se va apagando y sus funciones se deterioran (Garritano y Aldana, 2018).
La vejez ha sido percibida como una etapa compleja y
desafiante impregnada de estereotipos, prejuicios y desigualdades sociales que
derivan en la percepción de que es una experiencia negativa, a la que debe de
temerse y en la que las personas experimentan soledad, inactividad y dificultad
económica (Sandoval, Sierra y Zacarés, 2019).
No obstante, diversos estudios sobre la felicidad
han demostrado que adultos mayores manifiestan ser felices tanto o más que
personas jóvenes o de mediana edad (Lombardo, 2013). Una de las mayores contribuciones
de los estudios sobre aspectos positivos en la vejez ha sido la necesidad de
cuestionar los falsos y múltiples supuestos acerca de esta etapa. Diferentes
trabajos han mostrado que los adultos mayores pueden ser felices, tener apoyo
social, una vida sexual activa, sentir elevados niveles de bienestar, estar
satisfechos con sus vidas, entre otros aspectos positivos (Arias y Iacub, 2013).
A lo largo de nuestra vida se experimenta una
conjugación de aspectos tanto negativos (malestares físicos, malestares
psicológicos, sufrimiento, patologías e infelicidad, entre otros), como de
aspectos positivos (comprensión, potenciamiento, experiencia, deseos de vivir,
habilidades, capacidades, entre otros). Esta relación dinámica se pone de
manifiesto al enfrentar situaciones adversas y difíciles, dando así oportunidad
de activar nuestro potencial de adaptación y sobrevivencia, demostrando así si
podemos ser resilientes (Arias y Iacub, 2013).
La capacidad de resiliencia es un aspecto para
desarrollar y en este sentido Díaz, González-Escobar, González-Arratia y
Montero-López (2019), refieren que se trata de un proceso en el cual
interactúan factores de riesgo y protección, individuales, sociales y
culturales, facilitando superar los riesgos y transformando los efectos negativos
en una oportunidad para adaptarse positivamente. Y aunque la mayoría de los
estudios sobre resiliencia se han enfocado en niños y adolescentes, se asume
que también se puede presentar en otras etapas de la vida, como la vejez.
Al respecto, Braudy
(2008); Díaz et al, (2019), menciona que el desarrollo de la resiliencia es
posible para muchos adultos mayores independientemente de aspectos presentes
como origen social y cultural o de deficiencias cognitivas o físicas. Entonces
el abordaje de la concepción del adulto mayor debe tomar en cuenta a todos los
contextos que giran alrededor del envejecimiento en una sociedad como la actual
y reflexionar el panorama de adultos mayores en intersección con la economía,
la salud, la cultura, la política, la sociología, es decir, en todos los
aspectos que se relacionen de una o de otra manera con la vida humana (Cornachione, 2006; González, 2018).
Los factores que benefician o afectan la vida de una
persona joven o una de mediana edad pueden llegar a ser los mismos que
benefician o afecten la vida de un adulto mayor, la diferencia radica, tal vez,
en la forma en cómo estos factores son utilizados para sobrevivir.
Así entonces, en la actualidad el proceso de
envejecimiento se entiende como un proceso multifactorial y multidimensional
influido por la variabilidad fenotípica y no sólo genotípica, así como por la
enorme diversidad de trayectorias de vida determinadas por factores
conductuales, psicosociales y ambientales y la forma de manejar y afrontar las
distintas demandas de la vida (Lara, 2014). Innegablemente convertirse en
adulto mayor conlleva un bagaje de experiencias positivas y negativas y, de
acuerdo con la forma de procesar e interiorizar estas experiencias, es cómo
cada adulto mayor afrontará la vida.
Lo anterior es lo que se conoce como la perspectiva
de bienestar psicológico, la cual varía según la edad, el sexo, y el contexto
social. El bienestar psicológico tiene seis dimensiones: 1) una apreciación
positiva de si mismo, 2) la capacidad para manejar de forma efectiva el medio y
la propia vida, 3) una buena calidad de los vínculos personales, 4) la creencia
de que la vida tiene significado y propósito, 5) el sentimiento de crecimiento
personal a lo largo de la vida y 6) el sentido de autodeterminación. Por lo
tanto, el bienestar que experimentan las personas deriva de la percepción de
estar y sentirse bien, que, aunque es un estado psicológico y por lo tanto
subjetivo, genera una sensación de felicidad que fortalece la capacidad de
afrontamiento (Ryff y Keyes, 1995; Lombardo, 2013).
Lograr una nueva concepción del envejecimiento es
posible, siempre y cuando se consiga empatar a la vejez con el contexto actual,
tomando en cuenta las transformaciones de esta población y su impacto en los
ámbitos en que interviene. La construcción de una nueva concepción puede ser un
factor fundamental para crear formas alternativas de comprender y atender a los
adultos mayores (González, 2018). Las teorías sociológicas del
envejecimiento tienen cómo unidad de análisis a la sociedad y las
construcciones que hacen del envejecimiento basándose en la edad, el estatus
del anciano en el contexto sociocultural y las condiciones de vida de las
personas mayores. Explican que el 75% de los cambios relacionados con la edad
pueden ser atribuidos al envejecimiento social y son producto de nuestras
creencias, prejuicios y conceptos de la vejez. La sociedad construye la vejez
asignando roles, estatus, actitudes, normas y comportamientos y busca, a toda
costa, oficializar sus concepciones, aun cuando sean negativas (Lara,
2014).
Un ejemplo actual y claro de este constructo social
es la imagen que, en este momento de pandemia, se ha divulgado sobre el adulto
mayor; quien ha tenido que adaptarse a circunstancias nuevas surgidas por la
situación mundial a las que se les podría denominar nuevas condiciones de vida,
pero que no han sido decisiones personales sino indicaciones que ha tenido que
asumir. Dicha adaptación no solo supone un esfuerzo físico al tener que estar
“encerrado” en casa, sino también a una adaptación psicológica que incluye el
estatus de ser persona frágil y la percepción (y tal vez realidad) de ser
abandonado por la familia y por la sociedad.
En años recientes se ha buscado cambiar el concepto
de adulto mayor. Se intenta concentrar más en el bienestar psicológico y en el
modo de percibir y atender su salud. Este bienestar está estrechamente
relacionado con el objetivo de un envejecimiento exitoso, en el cual el adulto
mayor se adapta a los cambios y supera barreras propias y ajenas que le impiden
desarrollar su potencial (Vivaldi y Barra, 2012; Peña, 2018). Hoy en día es más
fácil ser adulto mayor, el siglo XXI posibilita una vida larga, saludable y
productiva (Torio, Viñuela y García, 2018). Los nuevos adultos mayores muestran
mayor dinamismo, jovialidad, disfrutan de más salud, poseen mayor formación
profesional y diferentes estilos de vida. La vejez es hoy una realidad que
posee muchas formas por lo que factores como la edad, sexo, estado civil, nivel
de escolaridad, ubicación geográfica, cultura, biografía, situación laboral,
relaciones familiares y sociales condicionan la manera en cómo se vive (Torío
et al, 2018). Por ello, el siguiente estudio tuvo por objetivo comprender la
forma en que el adulto mayor hace frente al COVID-19 a partir de sus
construcciones narrativas y sus procesos resilientes. Se puso especial atención
a sus relatos psicoemocionales, creencias sociales alrededor de la vejez, la
discriminación, así como las omisiones a los derechos humanos y dignidad del
adulto mayor.
MÉTODO
Diseño
El trabajo que se presenta es un diseño cualitativo,
descriptivo transversal, desde una perspectiva construccionista social, la cual
es una posición relativista de la realidad, pues se parte desde la premisa en
que la realidad es una construcción y está en continuo movimiento. Por ello, el
método del trabajo fue etnometodológico, o también
conocido como microsociología o sociología de la vida cotidiana, ya que el
objeto específico de análisis es el hacer social en la red de las relaciones de
intersubjetividad (Wolf, 1988). Solo busca especificar propiedades,
características y perfiles importantes de las personas sujetos de la
investigación que se sometió al análisis. Además, el propósito consiste en
describir situaciones, eventos y hechos, es decir, cómo es y cómo se manifiesta
determinado fenómeno (Bernalte, 2013), ya que el
objetivo es comprender los modos en que las personas aplican las reglas
culturales abstractas y percepciones de sentido común a situaciones concretas,
para que las acciones aparezcan como rutinarias, explicables y carentes de
ambigüedad. En consecuencia, los significados son un logro práctico por parte
de los miembros estudiados. La unidad de análisis fue el contenido de las
descripciones biográficas. Para este fin, se empleó la entrevista
semiestructurada centrada en el problema, basada en el modelo de Patton (1990) y de Witzel (1985);
y adaptada a un formato de cuestionario abierto, para ser contestado en línea.
Este modelo sugiere las siguientes preguntas, que en realidad constituyen procesos
de la investigación:
1.
Demográficas (Demographic/background questions) Aspectos como la edad, situación profesional, o
formación académica.
2.
Sensoriales (Sensory questions), las cuales
son cuestiones relativas a lo que se ve, escucha, toca, prueba o huele.
3.
Experiencia
/Conducta (Experience/Behavior)
Preguntas que se formulan para conocer lo que hace o ha hecho una persona.
4.
Sentimientos (Feelings) Están dirigidas a recoger las respuestas emotivas
de las personas hacia sus experiencias.
5.
Conocimiento (Knowledge) Preguntas que se formulan para averiguar la
información que el entrevistado tiene sobre los hechos o ideas que estudiamos.
6.
Opinión/Valor: (Opinion/Value): Cuestiones que se
plantean al entrevistado para conocer el modo en que valora determinadas
situaciones.
Participantes
La muestra, fue de conveniencia de inclusión
continua por la técnica de bola de nieve (Cozby,
2005; Taylor y Bogdan, 1986) esta técnica, es parte
del método especial no probabilístico, que se utiliza cuando las situaciones de
acceso a la población objeto de estudio es difícil. Sin embargo, el
inconveniente de utilizar estos métodos es el sesgo, al limitar la capacidad de
generalización de los resultados de estudio, por esa razón se trató de
compensar usando estrategias que facilitaran una selección inicia de
individuos, y se hizo difusión por medio de correos electrónicos, redes
sociales, aplicaciones de teléfono móvil, invitación a contactos conocidos y
voluntarios, para que distribuyeran el instrumento en la comunidad. Así
entonces, la muestra estuvo compuesta por 15 participantes, punto en el que
ocurrió el criterio de saturación de categoría (Bonilla-Castro y Rodríguez Sehk, 1997). (Ver tabla 1)
Tabla 1. Características sociodemográficas de los
participantes
Edad |
Estado civil |
Lugar de residencia |
Sexo |
Ocupación |
Nivel de estudios |
85 años |
Casado |
Villahermosa, Tabasco |
Hombre |
Asesor Inmobiliario Independiente |
Carrera Técnica administrativa y contable. |
66 años |
Soltera |
Tepic, Nayarit, |
Mujer |
Docente |
Maestría en Programación Neurolingüística |
64 años |
Casado |
Tepic, Nayarit, |
Hombre |
Médico Cirujano |
Maestría en Ciencias |
67 años |
Casado |
CDMX |
Hombre |
Jubilado |
Licenciatura y Posgrado en Administración Pública |
65 años |
Casado |
Xalapa, Veracruz |
Hombre |
Jubilado |
Licenciatura |
71 años |
Soltera |
Tepic |
Mujer |
Médico cirujano |
Especialidad |
77 años |
Casada |
Pantanal, Nayarit |
Mujer |
Ama de casa |
Primaria |
64 años |
Casado |
Xalisco, Nayarit |
Hombre |
Funcionario Publico |
Licenciatura |
62 años |
Soltera |
Tepic, Nayarit |
Mujer |
Jubilada |
Maestría |
71 años |
Soltera |
Tepic, Nayarit |
Mujer |
Jubilada |
Bachillerato |
70 años |
Casado |
Tepic Nayarit |
hombre |
Jubilado |
Licenciatura |
65 años |
Soltera |
Tepic, Nayarit |
Mujer |
Jubilada |
Carrera Técnica |
88 años |
Viuda |
Zamora, Michoacán |
Mujer |
Médico retirado |
Especialidad psiquiatría infantil |
67 años |
Casado |
Tepic, Nayarit |
Hombre |
Docente Investigador Psicólogo |
Doctorados en Pedagogía y en Ciencias. |
84 años |
Soltera |
Villahermosa, Tabasco |
Mujer |
Ama de casa |
Secundaria |
Procedimiento
Debido al confinamiento provocado por los riesgos
que el covid-19 tiene, el instrumento se elaboró en formato google
form y se distribuyó a través de Facebook y correo
electrónico. En el formulario en línea utilizado, se proporcionó la información
referente al objetivo del estudio, responsables del mismo y se desarrolló siguiendo los principios establecidos en la
Declaración de Helsinki y siguiendo las consideraciones éticas de la investigación
clínica. Se registró y fue valorado por la institución de adscripción de los
investigadores, para que contara con parámetros éticos en la metodología.
Aspectos éticos
Esta investigación fue un trabajo libre de riesgos,
ya que solamente se describieron las experiencias personales relacionadas con
el covid-19 de las personas mayores participantes, sin la intervención o
modificación intencionada. Además, hubo consentimiento informado, que refiere
el acuerdo por escrito mediante el cual el sujeto da su autorización, y tiene
libertad de retirarse en el momento que lo decida sin que esto afecte su
relación con el investigador o con los servicios; así también este consentimiento
no solo fue una invitación a participar, además se proporcionó una descripción
detallada del curso de la investigación.
Así también, en el caso de que algún aspecto
relacionado con el procedimiento o los ítems, se proporcionó un contacto al
cual podían comunicarse. Esto con el objetivo de que la investigación fuera un
trabajo respetuoso de la dignidad y bienestar de los participantes. Finalmente,
al contestar y enviar sus respuestas, los participantes admitían consentir su
participación. El cuestionario abierto, constó de 21 ítems, con el objetivo de
generar estímulos narrativos, para recolectar la mayor descripción biográfica
de la experiencia psicoemocional que vive el adulto mayor ante la situación de
confinamiento por el COVID-19.
El proyecto tuvo revisión y dictaminarían por comité
ético de la institución a la cual pertenecen los investigadores, otorgando un
número de registro (SIP-20-072)
Análisis de datos
El análisis de los datos se llevó a cabo mediante la
categorización analítica, que consistió en la extracción de datos con
significado relevante para el objeto de estudio; el establecimiento de
relaciones analíticas más abstractas y la fragmentación de los datos en
unidades analizables (ver fig.1), lo que permitió pasar de los datos a las
ideas con argumento narrativo respaldando en evidencia teórica o empírica
(Taylor y Bogdan, 1986).
Figura 1. Mapa de las ramificaciones categoriales.
Las categorías analíticas que surgieron a partir del
análisis de las respuestas fueron cinco; a continuación, se exponen agregándose
a cada una, fragmentos narrativos que develan la estructura de la realidad
percibida por los participantes (Ver tabla. 2).
Tabla 2. Categorías analíticas.
Categoría |
Descripción |
Información sobre COVID-19 |
Esta categoría hace referencia a los conocimientos previos y
propios que tiene el adulto mayor desde su propia experiencia e historia de
vida, con respecto a lo que debe procurar para su cuidado, así como a la
información que recaba de fuentes diversas y también por lo compartido por su
red social de apoyo. |
Percepción de cuidado colectivo o en comunidad (co-cuidado). |
Acciones que establece la persona mayor, para cuidar de sí
mismo, así como de los demás que le rodean; pero también lo que percibe de la
comunidad para cuidarse en colectivo. |
La experiencia del día a día con la pandemia siendo adulto
mayor. |
Como persona mayor, que
repercusiones percibe a partir del confinamiento que en otras edades del
ciclo vital, no se vivencian de la misma manera como, por ejemplo: la
reducción de movilidad de los espacios públicos, el impacto en las
actividades cotidianas, las interacciones sociales y recreativas. |
La familia del adulto mayor |
Percepción de impacto o alteración en las interacciones
familiares a partir del confinamiento. |
Espiritualidad |
Creencias, valores, religión, espiritualidad que tiene la
persona mayor y sirven como recurso de afrontamiento ante el confinamiento.
Valoración de las experiencias personales y cotidianas que abastecen un valor
agregado, donde tiene protagonismo, la voz de las personas mayores, y sirve
de insumo para las decisiones que se tomen en el trabajo con esta población |
RESULTADOS
Primera
categoría analítica: Información sobre COVID-19 y su impacto en el autocuidado
Esta categoría hace referencia a los conocimientos
previos y propios que tiene el adulto mayor desde su propia experiencia e
historia de vida, con respecto a lo que debe procurar para su cuidado, así como
a la información que recaba de diversas fuentes, incluyendo su red social de
apoyo.
Los adultos mayores integrantes de este estudio
describieron tener conocimientos sobre la enfermedad pandémica, al compartir de
forma clara, congruente y apegada a la información oficial, que en el país se
maneja. Así también, evidencian en sus argumentos sustento derivado de su
propia experiencia y gestión de información, al distinguir entre noticias
falsas, rumores y fuentes fidedignas. Al respecto, compartimos unos extractos
que ejemplifican lo mencionado y lo contrastamos con las evidencias empíricas o
teóricas que lo explican.
Sobre
qué es la enfermedad del COVID-19:
“Es
una enfermedad viral que ataca vías respiratorias y pulmones e incluso otros
órganos, con un alto grado de contagio y de morbilidad considerable, alrededor
de un 10% en países en vías de desarrollo. En la actualidad es considerada
pandemia y las personas de tercera edad son especialmente susceptibles al
contagio, las complicaciones y la necesidad de hospitalización” (Participante
No. 5).
“Que
es potencialmente mortal para todos y más para los adultos mayores, no hay
vacuna ni tratamiento efectivo comprobado actualmente” (Participante No. 2).
Sobre
las fuentes de información:
“Pues
leyendo lo cual práctico del diario y es herencia que agradezco mucho, mucho a
mi padre, quien me inculcó este hábito tan benéfico y fabuloso” (Participante
No. 1).
“De
la Televisión y de las redes sociales” (Participante No. 9).
“De
lo informado por los expertos y autoridades gubernamentales” (Participante
No.3).
“La
experiencia que solo la vida nos da”. (Participante No. 4).
“He
seguido algunos programas y noticias en tv e internet, tratando de identificar
los que pueden ser parte de la infodemia, false news
o fake news. Busqueda en base de datos científicas. Mi instinto o
intuición, basada en mi experiencia y cultura salubrista y como psicólogo”
(Participante No. 14).
Sobre
el autocuidado:
“Sigo
las indicaciones que da a conocer el Sector Salud, como autoridad sanitaria.
Básicamente, quedarse en casa” (Participante No. 4).
“Manteniendo
la sana distancia y saliendo a la calle solo lo estrictamente necesario”
(Participante no. 8).
“Quedarme
en casa y en muy esporádicas salidas necesarias usar cubrebocas y gel, mantener
la distancia y al regresa quitarme toda la ropa y lavarla” (Participante No.
11).
Segunda
categoría analítica: Percepción de cuidado colectivo o en comunidad (co-cuidado)
Esta categoría menciona las acciones que establece
la persona mayor, para cuidar de sí mismo, así como de los demás que le rodean;
pero también lo que percibe de la comunidad para cuidarse en colectivo. En ese
sentido, los participantes relatan que además de cuidar de su salud física, es
importante atender su salud mental, y por ello las relaciones sociales y la
convivencia con sus próximos es esencial.
Sobre el cuidado emocional:
“Desarrollar mis actividades cotidianas, pero sin
salir de casa, hacer ejercicio, dialogar con mi familia, convivir, trabajar,
disfrutar los alimentos, dormir, leer” (Participante No. 2).
“Mantener una alimentación sana sin alcohol,
ejercicio físico, control de peso, alejarme de los fumadores, mantener buenas
relaciones personales con la familia, compartir, convivir a través de
actividades lúdicas, recreativas, compartidas, vivenciales, ( juegos, platicas,
películas, lecturas) usando lo tradicional y lo tecnológico” (Participante no.
3).
“Estar consciente de la gravedad de la enfermedad y
de las consecuencias que en lo personal pudiera generar a mi o mi familia y
evitar salir de casa, salvo cuando sea totalmente indispensable. En
coordinación con los integrantes de la familia, evitar hacernos visitas y
mantenernos en casa” (Participante no. 4).
Sobre el cuidado que recibe el adulto mayor, por los otros y su
impacto:
“Comunicarnos por Skype con familiares lejanos y
hablar de lo que sentimos y planear lo que vamos a hacer cuando pase esta
crisis” (Participante no. 2).
“Evitamos visitarnos y recurrimos a la realización
de video llamadas” (Participante No. 4).
“Sé que me cuido y ellos también, así que pronto nos
volveremos a ver y a compartir la vida a plenitud” (Participante No. 11).
“Identificando los riesgos propios a los que me
someto durante el trabajo para cuidarme y evitar exponerlos a ellos a este
riesgo” (Participante 3).
Tercera categoría: La experiencia del día a día con la pandemia siendo
adulto mayor
En esta categoría se expone como la persona mayor,
percibe las repercusiones a partir del confinamiento y que, en otras edades del
ciclo vital, no las vivenciarían de la misma manera, por ejemplo: la reducción
de movilidad de los espacios públicos, el impacto en las actividades
cotidianas, las interacciones sociales y recreativas, entre otras. A
continuación, algunos fragmentos de ello:
“Lo disfruto de manera productiva y con la
convicción que será transitorio y que me cuido lo suficiente para no enfermar”
(Participante No. 7).
“Un reto a la edad con sus males inevitables, pero
una oportunidad de seguir creciendo, consciente que aprendemos y nos
desarrollamos hasta los últimos momentos de la vida” (Participante No. 8).
“como una buena experiencia, me siento más cuidada y
querida por mis hijos” (Participante No. 15).
“Hay dos aspectos. Lo de viejo preocupa, pero nos
tranquiliza porque no tenemos problemas graves, ni males crónicos de salud
(reciente nos aplicaron la vacuna para la influenza). Además, en todo aplico
sentido común y se, por experiencia, que todo lo que sube baja y que no hay mal
eterno. La vida es un zig zag
y epidemia la del 1918, la famosa gripe o influenza española que mató a millones”
(Participante No. 11).
“Lo tomo con filosofía, sé que estoy entre la
población de mayor riesgo fatal, pero tengo mis cuidados y precauciones, aunque
en caso extremo de que me contagie lucharé por vivir y en caso de no salir
avante confieso que he vivido y agradezco haber tenido el privilegio de vivir”
(Participante No. 10).
A cerca de la alteración de la rutina:
“No puedo atender mi arreglo del cabello ni mi
cuidado de las uñas (podóloga)” (Participante No. 2).
“Únicamente he dejado de hacer aquellas actividades
que solía realizar en compañía de mi esposa, de salir todas las tardes a
caminar, tomar un café o dar algún paseo. Sin embargo, al estar consciente de
la importancia de cuidarnos, lo he tomado con bastante naturalidad y sé que
pronto volveremos a nuestras actividades cotidianas” (Participante No. 8). “Si,
se cortaron las relaciones sociales personales, el trabajo en espacios físicos
colectivos y las rutinas de la vida cotidiana en la calle, las instituciones,
el comercio y la recreación” (Participante No. 9).
“Si. Por pertenecer a la población de alto riesgo mi
cuarentena inició antes que la de mis compañeros de trabajo. Y cada día que
pasa salgo menos” (Participante no. 14).
Sobre las emociones y sentimientos que la
modificación de la rutina habitual les genera, los participantes expresaron lo
siguiente:
“Preocupación por que esto afecta a mucha gente
emocional y económicamente. Y deseo que a las personas más cercanas a mí no les
pase nada” (Participante No. 14).
“Desesperanza” (Participante No. 15).
“Lo tomo con filosofía, sé que estoy entre la
población de mayor riesgo fatal, pero tengo mis cuidados y precauciones, aunque
en caso extremo de que me contagie lucharé por vivir y en caso de no salir
avante confieso que he vivido y agradezco haber tenido el privilegio de vivir”
(Participante No. 6).
“Ha sido una situación preocupante porque por ser
adulto mayor me encuentro con más riesgo que otras personas” (Participante no.
14). “muy triste, desesperante porque quiero salir a la calle. (Participante
No. 15).
Cuarta categoría: La familia del adulto mayor como fuente de recursos
En esta categoría se presenta la forma en cómo
perciben los adultos mayores el impacto en las interacciones al interior de su
familia a partir del confinamiento.
“Siento que ha habido mayor unión familiar pues
todas nos ocupamos de cuidarnos y cuidar a los que nos rodean” (Participante
No. 2).
“Las dificultades que se han presentado han sido por
la necesidad de salir a comprar víveres y despensa, lo cual se ha superado
oportunamente y sin ningún contratiempo” (Participante No. 7).
“No hemos tenido ningún problema todo lo contrario,
la mayor convivencia nos ha acercado” (Participante No. 10).
Quinta categoría: Creencias, saberes, espiritualidad y su impacto en
el afrontamiento emocional del adulto mayor
Creencias, valores, religión, espiritualidad que
tiene la persona mayor y sirven como recurso de afrontamiento ante el
confinamiento, así como la valoración de las experiencias personales y
cotidianas que abastecen un valor agregado, donde tiene protagonismo, la voz de
las personas mayores, y sirve de insumo para las decisiones que se tomen en el
trabajo con esta población.
“Tengo mucha capacidad de adaptación a las
circunstancias de la vida, tal vez porque crecí a base de esfuerzo y trabajo
desde niño” (Participante No. 3).
“Lo vivo con tranquilidad y convencido de que pronto
se superará esta pandemia. No me angustia estar todo el tiempo en casa,
disfruto la compañía de mi esposa” (Participante No.4).
“La experiencia que da la vida, en otra edad quizá
no hubiera reaccionado como lo estoy haciendo” (Participante No. 2). “Tengo
esperanza, todo pasa nada es permanente” (Participante No. 6).
“tratando de inculcar en mi esposa y familiares
cercanos de que "el dolor es inevitable y que el sufrimiento es
opcional" (Participante No. 1).
DISCUSIÓN
Los relatos que hacen los adultos mayores
participantes discrepan de la definición que se hace Wisner,
et.al. (2004), sobre vulnerabilidad, porque podemos
detectar que existe la capacidad de anticipar, y enfrentar al coronavirus,
gracias a la manera en que administran su conocimiento acerca de esta
enfermedad, dotándolos de habilidades para organizar y ejecutar acciones de
autocuidado, a esta manera de afrontamiento que hace el individuo, se le conoce
como autoeficacia (Bandura, 1977).
Por otro lado, en los estudios sobre el
envejecimiento encontramos también el concepto de envejecimiento exitoso (Rowen y Kahn, 1997), caracterizado por actividades que
realizan las personas mayores, con el objetivo de proteger su salud, al
mantener conductas protectoras que minimizan el riesgo para la salud y
maximizan la capacidad física y cognitiva. Si bien, la población de personas
mayores está en riesgo por las características inmunológicas Martínez, et. al.
(2020), los factores psicológicos y cognitivos juegan un papel importante en la
construcción de comportamientos protectores, aun cuando la evidencia ha
mostrado el trato que esta pandemia tiene con esta población. También, en las
descripciones, el grupo participante refleja contar con redes de apoyo
comprometidas a brindarse contención mutua, asumen la salud como una labor
colectiva, donde los adultos mayores como sus familias, se ubican en un rol
activo, dinámico y protagónico, coparticipes del logro de objetivos que
benefician a una comunidad y no a particularidades. Esta forma de cuidarse unos
a otros, que reflejan los participantes en los resultados, resalta virtudes de
solidaridad, afecto, empatía y protección. Por lo que, difiere con lo que se
puntualiza Cardona (2001) y García Temoche, (2017), sobre los factores que
propician vulnerabilidad social y emocional, de acuerdo con el grado de
marginalidad o segregación que una persona o un grupo puede experimentar, y por
lo cual se asume que el adulto mayor, al estar confinado ante la pandemia, es
susceptible a ser población en riesgo social, como lo advierte Klein (2020).
Por otro lado, estos hallazgos, coinciden con Salvarezza
(1998), al señalar que una persona mayor, tiene mejor pronóstico
hacia un envejecimiento normal o exitoso, entre menos rasgos de vulnerabilidad
emocional presente; es decir, contar con una red de apoyo (familia); recursos
lúdicos imaginarios de lo simbólico y emocional, sentido de vida individual y
dentro del grupo. Lo anterior, posibilita replantear las concepciones que se
tienen sobre el envejecimiento; transitar de la visión biomédica de fragilidad
y déficit, a un modelo de la complejidad y la interseccionalidad, donde se
entiende que las vivencias de ser adulto mayor no pueden ser homogéneas
(Ferraro, 2018). Al mismo tiempo las redes de apoyo con las que cuenta son
diversas y las construye de manera constante y de forma múltiple, como lo
demuestran diversos estudios de reciente ejecución, es decir, no pierde
vínculos afectivos, sino que los resignifica y los optimiza (Arias, 2004).
Sin embargo, se puede distinguir que las actividades
cotidianas que realizaban los adultos mayores antes del confinamiento, en
especial recreativas y de interacción social, son experimentadas con añoranza
por los participantes, aunque existe la concientización sobre la necesidad de
resguardarse, no deja de ser preocupante para ellos. Al respecto, la OMS
recomienda vigilar la protección de las personas mayores durante la epidemia
del COVID-19, no solo en los aspectos físicos que la enfermedad podría afectar
a este grupo, sino también en lo que concierne a salud mental; hace énfasis en
no aislar o estigmatizar, a través de características de fragilidad y riesgo de
muerte por la edad, ya que ello tendría un deterioro en la calidad de vida que
experimenten.
Aunando a lo anterior, prolongar el aislamiento, con
base al riesgo de contagio, justificado exclusivamente por la etapa de vida, en
la que se encuentra esta población en particular, se incurre a una violación de
sus derechos humanos, por omisión o acción, con intención o sin ella (Butler
y Lewis, 1973).
Este tipo de vulneración, se le conoce como
discriminación positiva; por desgracia este tipo de acciones se reproduce en
discursos en diversos niveles, generando una distorsión de la imagen de las
personas mayores, propiciando la sobreprotección a este sector de la población
(Castellano Fuentes, 2014). Por esta razón, se necesita que las
instituciones y autoridades a cargo de la planeación estratégica de acción ante
la epidemia, tengan sensibilidad y conciencia para evitar situaciones que
fomenten y violenten prácticas de discriminación, así como el impacto
biopsicosocial que produce, por medio de una narrativa discursiva positiva y
heterogénea sobre las personas mayores, y que resalten su sabiduría,
creatividad y reconocimiento a las aportaciones que hace este colectivo a la
sociedad en general (Bravo-Segal, 2018; Hechavarría,
Ramírez, García y García, 2018).
Aun así, en su mayoría las expresiones son
referentes a que esta situación ha tenido beneficios, generando una mejor convivencia
y acercamiento entre los integrantes. Con relación a lo que expresaron los
participantes, el abordaje de la familia a partir de la psicología sistémica,
explica que la funcionalidad del sistema familiar depende en gran medida de dos
factores, la capacidad de adaptación y la crisis. El COVID-19, representa una
crisis y una oportunidad para poner en acción recursos conocidos para superarla
o para descubrir nuevos. Cuando los adultos mayores cuentan con familias con
amplitud de recursos de afrontamiento y adaptación ante situaciones críticas,
la vivencia experimentada por éstos será favorable y posibilitadora de un
envejecimiento exitoso y generativo, porque los vínculos desarrollados al
interior de la familia estarán basados en relaciones cercanas por razones
prácticas y emocionales, pero lo suficientemente distantes para generar
autonomía (Beltrán y Rivas, 2013). Así, la pandemia del COVID-19,
posibilitó la expansión o desarrollo de recursos psicológicos en las personas
mayores, o capital psíquico, el cual puede entenderse como los componentes y el
proceso que un individuo echa a andar ante una situación de amenaza o alarma,
que sirven de protección, salvaguarda y sobrevivencia, y como resultado obtiene
la ganancia de capitalizar fortalezas personales Seligman, Steen,
Park y Peterson (2005) Casullo (2006). Por lo tanto, se sostiene nuevamente la
necesidad de hacer un cambio en el paradigma del riesgo y fragilidad, basado
únicamente en la edad de las personas; e insistir en fomentar una cultura que
visualice a las personas mayores capaces de seguir creciendo y desarrollando su
potencial humano (Arias y Iacub, 2013, Tarazona-Santabalbina, et.al,
2020).
Lo anterior, explica la importancia de señalar
aspectos positivos que en la edad adulta mayor solo pueden ser recuperados,
como el cúmulo de experiencia y disponibilidad de tiempo libre, que le
permitirá al individuo, amplitud en la búsqueda de desarrollo personal que, en
las otras etapas del ciclo vital, no serían factibles (Lombardo,
2013).
La psicología positiva y la psicogerontología
enfatizan poner atención a las capacidades en la vejez, desde la teoría del
desarrollo cognitivo positivo, donde la sabiduría, el pensamiento pos formal, y
dialéctico serian característicos de un proceso cognitivo enriquecido y
contextualizado en la experiencia diaria. Subrayar la importancia que en el
curso de la vida las personas van construyendo estrategias de afrontamiento, y
adaptación, a partir de su propia historia de vida como de la compartida con su
grupo social de referencia, implica superar paradigmas obsoletos, y transitar
hacia la inclusión de la voz de las personas mayores, en aras de valorar y
respetar sus saberes y dignificarlos.
Limitaciones
Con relación a las limitaciones el estudio presento
dos importantes: la primera fue que debido a que el diseño es cualitativo no se
puede generalizar una sola respuesta y la segunda fue el propio acceso al
cuestionario debido a que se aplicó por medio de una red social y correo
electrónico en formato google forms.
Conclusiones
La experiencia del confinamiento por el COVID-19,
que viven los adultos mayores partícipes de este estudio, demostró que cuentan
con suficientes recursos psicoemocionales de afrontamiento.
De acuerdo con Lazarus y Folkman (1984), las
estrategias de afrontamiento constituyen herramientas o recursos que el sujeto
desarrolla para hacer frente a demandas específicas, externas o internas. Desde
esta perspectiva, existen dos tipos de afrontamiento que lleva a cabo el adulto
mayor, uno centrado en el problema que tiene como objeto manejar o alterar el
problema que está causando el malestar; y otro centrado en la emoción que
implica métodos dirigidos a regular la respuesta emocional ante el problema.
Por lo que respecta al funcionamiento de las
estrategias de estos dos tipos de afrontamiento en la última etapa del ciclo
vital, Folkman, Lazarus, Pimley y Novacek
(1987) mostraron que las personas mayores tienen mayor capacidad para tomar
distancia con respecto a las situaciones estresantes y revaluarlas
positivamente. De esta manera los involucrados en el estudio mostraron
estrategias centradas en el problema orientadas a la acción (informándose de lo
más relevante del COVID-19) y resolución (mediante los autocuidados necesarios
para evitar contagiarse).
Por otro lado, el afrontamiento centrado en la
emoción debe de entenderse de tal forma que aunque la emoción pueda ser
displacentera tiene una función adaptativa, en este caso los adultos mayores
mostraron preocupación por la situación pero a su vez utilizaron estrategias de
afrontamiento como el autocontrol emocional, aceptación de responsabilidad,
reevaluación positiva y búsqueda de apoyo social.
Los resultados coinciden con los postulados de la
psicología positiva y la psicogerontología, que hace sobre la vejez no como una
vivencia homogénea. El desarrollo de capacidades y de potencialidades no es
algo acabado al llegar a cierta edad, sino un continuo proceso y en la edad
adulta mayor se hacen presentes, gracias a la acumulación de experiencias y
sabiduría individuales y colectivas. Si bien, las relaciones sociales pueden
verse reducidas en la vejez, no son sinónimo de aislamiento, sino de selección,
optimización y compensación sincronizada, lo cual tiene un impacto en el
bienestar emocional experimentado en esta etapa de vida.
Finalmente,
cabe señalar que es importante el estudio de las estrategias de afrontamiento
utilizadas por los adultos mayores dado que estas ofrecen información en
relación con las formas en cómo los mayores se enfrentan a determinadas situaciones
para obtener resultados más adaptativos.
Así mismo, explorar las variabilidades de la vejez,
y por ende sus vivencias ante una misma situación, ayudará a entender mejor
esta etapa de vida, que aparte de ser diferente en cada persona lo es también
en cada época. Esto permitirá plantear metodologías de trabajo más cercanas a
la realidad y que acentúen la necesidad de integrar tanto lo positivo como lo
negativo que engloba el complejo fenómeno humano en la vejez.
ORCID
Lucía Pérez Sánchez: https://orcid.org/0000-0003-1614-758709.
Beatriz Guadalupe Maza Pérez: https://orcid.org/0000-0002-3434-5926.
Guiana Fernández De Lara López: https://orcid.org/0000-0001-7705-8102.
CONTRIBUCIÓN DE LOS
AUTORES
Lucía
Pérez Sánchez: conceptualización,
metodología, investigación, escritura-borrador original.
Beatriz Guadalupe Maza Pérez: investigación,
recursos, escritura, revisión-edición.
Guiana Fernández De Lara López: investigación,
recursos, escritura, revisión-edición.
FUENTE DE FINANCIAMIENTO
Autofinanciado.
CONFLICTO DE INTERESES
Los autores expresan que no hubo
conflictos de intereses al redactar el manuscrito.
AGRADECIMIENTOS
A cada una de las
personas que compartió el instrumento a través de redes sociales y respondió,
así como a todas las colaboraciones en apoyo a las personas participantes de
este trabajo.
PROCESO DE REVISIÓN
Este estudio ha sido revisado por pares externos en
modalidad de doble ciego. El editor encargado fue Anthony
Copez-Lonzoy.
DECLARACIÓN DE
DISPONIBILIDAD DE DATOS
No aplica.
DESCARGO DE
RESPONSABILIDAD
Los autores son responsables de todas las afirmaciones realizadas en
este artículo.
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